Existen muchas preguntas complicadas al momento de dar una respuesta y ésta no es la excepción. “¿Quién soy yo?” parece ser una pregunta fácil de contestar, pero la realidad es que no es tan fácil como parece. Cuando dicto mis conferencias a jóvenes y adultos les pregunto: ¿Quién tú eres?, y al instante se escucha un silencio total y absoluto en el salón. Nadie sabe que contestar. Una vez selecciono varias personas de la audiencia para que compartan su respuesta, la mayoría me contesta con su nombre. Entonces, yo les indico respetuosamente: Yo no pregunté cómo te llamas, yo pregunte quién tú eres.
Esta experiencia me ha enseñado que a mucha gente se le hace complicado hablar de sí mismo. Pueden hablar de los demás, pero de sí mismo… ¡WAO! …qué complicado se le hace.
A cualquiera que le preguntes: ¿quién es tal persona?, seguramente se desborda dándote una descripción detallada de esa persona. Sea buena o mala la opinion siempre tiene algo que decir, pero cuando la pregunta es en forma directa inmediatamente se le bloquea la mente. ¡Compruébalo tú mismo!
Muy poca gente está preparada mental y emocionalmente para hablar de sí mismo. Parece que hemos sido acondicionados a hablar de los demás, pero no de nosotros mismos. En la medida que nosotros aprendamos a reconocer quienes somos verdaderamente, entonces nos amaremos más y nos daremos más valor. Seremos más felices y viviremos una vida de maravilla.
Te invito en este momento a que hagas un ¡alto! y reflexiones sobre ti mismo. Descubre, conoce y reconoce tus fortalezas, debilidades, virtudes, defectos, habilidades y talentos.
Tú tienes que saber que tu capacidad puede llegar a altos niveles y que tu valor es incalculable. Acuérdate que tú eres la máxima creación de Dios. Aumenta tu nivel de autoestima creyendo en ti mismo. Has lo que tu corazón sienta y te dicte. Usa la razón. Cuidas las emociones. Cree en que puedes, al menos inténtalo. No esperes que los años pasen para que después venga el arrepentimiento. Rompe con todas las ataduras que te aprisionan y has lo que desees ahora. ¡Tú puedes!
Mírate frente al espejo y repite en voz alta:
“Yo soy un ser único, soy un ser especial, soy un ser extraordinario… no existe nadie idéntico a mí entre los seis billones de habitantes que tiene el planeta tierra.”
Repite estas palabras todas las veces que te sea necesario. Recuerda que la repetición es la madre de la enseñanza. ¡Créelo!
Éxito,